Una sofisticada nave espacial voladora está orbitando Venus para tomar impulso y mantener el objetivo para el que ha sido diseñada, la observación del Sol.

La aproximación más cercana a Venus de la sonda espacial de la ESA y la NASA Solar Orbiter ha tenido lugar a las 12:39 UTC (13:39 CET) el 27 de diciembre de 2020. Ha sobrevolado el planeta a unos 7500 km de la cima de sus nubes.

Venus, nuestro planeta gemelo, ese que debió ser azul pero algo inclinó su destino hasta convertirlo en un infierno, ha vuelto a ponerse de moda. Lo estuvo en los años 80, cuando el grupo Mecano compuso uno de los hits más populares de la década: “porque tú nunca has ido a Venus en un barco”, decía el imborrable estribillo popero. Ahora, distintos barcos a Venus, preparan motores.

En busca de vida extraterrestre

Fue durante décadas el mejor candidato para albergar vida en sus nubes, y el hallazgo de fosfina en su atmósfera, un gas que huele a ajo, ha vuelto a agitar en las agencias espaciales el nervio por ser los primeros en dar el aviso de vida extraterrestre, si es que la hay. Así que rusos, japoneses, chinos, indios y europeos preparan sus naves extraordinarias rumbo a Venus.

venus desde la ISS


El astronauta de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA), Kimiya Yui, capturó esta imagen del planeta Venus desde la Estación Espacial Internacional.

En 1967 Carl Sagan publicó en la revista Nature un trabajo titulado: «¿Vida en las nubes de Venus?», también firmado por el biofísico molecular Harold Morowitz. Imaginaron un ser venusino hipotético similar a una bola flotando a la altura de las nubes.

El reciente hallazgo de fosfina en su atmósfera ha vuelto a poner a Venus en el objetivo de quienes sueñan con ser los primeros en dar con vida más allá de nuestros límites terrícolas. En nuestro planeta la fosfina se asocia con la vida porque se encuentra en los microbios que viven en las entrañas de animales.

La temperatura en la superficie del planeta es de  470ºC, así que a nadie se le ocurre buscar nada vivo en esa chicharrera. Pero las nubes son otra cosa.

La atmósfera nublada de Venus como la vería el ojo humano. Venus está perpetuamente cubierta por un espeso velo de nubes con alto contenido de dióxido de carbono.

Su atmósfera es un lugar amable, amable entre muchas comillas. Entre 50 y 60 km de altitud, la presión y la temperatura pueden ser comparables a las de algunas regiones de la atmósfera inferior de la Tierra. La presión a esa altura es aproximadamente la mitad que la de la presión al nivel del mar en la Tierra. Más o menos como en la cima del  Kilimanjaro. Es verdad que sus nubes contienen ácido sulfúrico, por eso el lucero brilla tanto (refleja el 75% de la luz solar que le llega), así que el barco para navegarlas debería estar recubierto de teflón (por ejemplo) para aislarse de su efecto corrosivo. Así que una sonda colocada en esa franja, el Hawái venusino, podría sobrevivir y enviar enorme cantidad de información, por ejemplo, la del hallazgo de alguna molécula que despeje para siempre la incógnita de la vida extraterrestre.

Las naves en curso

Esta vista hemisférica de Venus fue creada utilizando más de una década de investigaciones de radar que culminaron en la misión de Magallanes de 1990-1994. La nave espacial Magallanes tomó imágenes de más del 98 por ciento del planeta Venus.

En el siglo XXI se han enviado dos misiones a Venus: el satélite Venus Express, de la Agencia Espacial Europea  y la sonda Akatsuki, de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial, que aún está en órbita.

Bepi-Colombo, la misión conjunta de la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA)  va a pasar de nuevo por  Venus el próximo 15 de octubre.

Bepi-Colombo ha sido diseñada para estudiar Mercurio, no Venus, pero entre sus numerosos instrumentos cuenta con el espectrómetro MERTIS (MErcury Radiometer and Thermal Infrared Spectrometer)  que, en teoría, podría buscar indicios de fosfano en la atmósfera. Y volverá pasar por Venus el 10 de agosto de 2021 a una distancia de 550 kilómetros. Esta vez sí será capaz de captar la huella del fosfano si es que la hay.

La India planea lanzar la sonda Shukrayaan 1 («nave de Venus» en hindi). La ESA trata  de impulsar la misión EnVision, que planea cartografiar todo Venus con una resolución de 30 metros. La sonda lleva un espectrómetro  ultravioleta y un espectrómetro infrarrojo para analizar la atmósfera que podría estudiar el fosfano. Los rusos andan buscando fondos para su misión Venera-D (venera significa «Venus» en ruso y la D viene de dolgozhivuschaia, «de larga duración»).  Y los chinos  tampoco se quieren quedar atrás en esto. Hace tres años la corporación CASC china presentó un proyecto de sonda a Venus que incluía un orbitador con un radar SAR y una cápsula atmosférica.

Entre tanto, la protagonista de hoy es la Solar Orbiter, que realizará muchos sobrevuelos de Venus asistidos por gravedad, para conseguir ir inclinando su órbita y poder observarlo desde distintas perspectivas.

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Durante el sobrevuelo, se activan varios instrumentos científicos abordo, MAG, RPW y algunos sensores de EPD, para registrar el entorno magnético, de plasma y de partículas alrededor de la nave espacial cuando se encuentre con Venus. Aunque no podrá tomar imágenes, porque la nave estará cegada por el Sol, lo tendrá de frente.

Dos misiones para el futuro

Una de las propuestas en curso de la NASA es « DAVINCI+» («Deep Atmosphere Venus Investigation of Noble gases, Chemistry, and Imaging Plus»), una misión que contempla hacer descender una cápsula hasta la tórrida superficie de Venus y   VERITAS» («Venus Emissivity, Radio Science, InSAR, Topography, and Spectroscopy»). Ésta trazará un mapa topográfico global de Venus con una resolución de 250 metros y además buscará señales de vulcanismo y de movimientos tectónicos recientes.

Venus vuelve a estar en auge, la fosfina le ha dado alas, y nos encontrarnos ante un futuro prometedor para hallar al venusino en forma de bola que navega entre sus  nubes.

Foto de apertura de este reportaje:

Tránsito de Venus (entre las 7.20 y 13.25, hora peninsular española del año 2012), un fenómeno que se observa muy raramente en el cielo. Es el paso de ese planeta por la línea de visión entre el Sol y la Tierra, de manera que durante unas seis horas, Venus se vió como un puntito negro sobre el fondo del gran disco brillante del Sol en extensas regiones de Europa, África, Asia y Australia.